Según la religión islámica, la muerte no significa nulidad, separación eterna, ausencia, coincidencia o destrucción. El Islam aborda la muerte no como el fin de la vida, sino como el comienzo de una vida eterna.
La muerte, según el Islam, es un cambio de lugar, el fin de los deberes y obligaciones de la vida; no es el final de la propia existencia, sino la continuación de esta existencia en una forma diferente.[1] Por ejemplo, la pudrición y la floración de la semilla plantada en el suelo da como resultado que se reverdezca y cobre vida. Para la semilla, tal descomposición, es decir, la muerte, es más valiosa que su supervivencia como semilla.
Cuando se considera un orden de vida sin muerte, se entiende que las oportunidades del mundo (comer, beber y cobijarse) no podrían corresponder a la población humana. Las personas no encontrarían tiempo para vivir sus propias vidas debido a que se verían obligados a cuidar a los antepasados de sus antepasados que son ancianos y que han perdido la salud.[2] Desde este punto de vista, la muerte es una bendición para la humanidad.
El Corán incluye las siguientes declaraciones como la razón de la creación de la muerte:
“Quien creó la muerte y la vida para probaros y ver cuál de vosotros sería mejor en obras. Y es el Insuperable sin igual, el Perdonador.”[3] Como se indica en el verso, la muerte es una prueba; significa una transición a un mundo (al Más Allá) donde la persona que surfió injusticias en este mundo y la persona que hizo el mal se ponen en una posición de igualdad, con lo que los derechos de los débiles se quitan a los fuertes.
Los eruditos musulmanes describen la muerte como la entrada de una persona a un lugar donde se rendirá cuenta por las injusticias que ha sufrido en este mundo[4], donde recibirá la recompensa por las dificultades que ha enfrentado[5] y el resultado de su prueba de vida[6]. En cierto sentido, la muerte es como el final de los deberes obligatorios de los militares y el licenciamiento del servicio militar.[7]
El Profeta Mahoma (la paz sea con él) dijo: “Uno muere como vivió y resucita como muere”. [8] Mientras algunas personas son candidatas al castigo y al dolor, otras a la felicidad y la paz. Lo que fija esta situación es cómo estas personas prefieren vivir sus vidas: “Y lo guiamos al camino: agradecido o ingrato.”[9]
En el Islam, el mundo corresponde al campo del Más Allá.[10] En otras palabras, uno alcanzará buenas cosas en el Más Allá con la condición de que evalúe su vida de mejor manera. Por lo tanto, cada momento en el mundo es sumamente precioso. Porque uno sabe cuándo va a morir. Aquellos que viven de la manera que Allah quiere hasta que les llega el momento de la muerte, se tratarán con la misericordia de Allah en el momento y después de la muerte. El Corán relata de esta manera los momentos de la muerte de estas personas: “Aquellos a los que se lleven los ángeles en estado de bondad, (éstos) les dirán: Paz con vosotros: Entrad en el Jardín por vuestras obras.”[11]
De acuerdo con la creencia islámica, la muerte no es una situación que se evite, ni es una situación deseable. Un musulmán no debe desear la muerte por mucho que sufra. Porque las dificultades experimentadas también son pruebas, y hay grandes recompensas para los que soportan estas pruebas. El profesta Mahoma (la paz sea con él) dijo lo siguiente al respecto:
“Que ninguno de ustedes desee la muerte a causa de una calamidad que le haya sobrevenido. Si están en una angustia extraordinaria, como si deseara la muerte, entonces que diga:‘¡Oh, Allah! Déjame vivir si la vida es buena para mí, y mátame si la muerte es buena para mí.”[12]
Cada persona debe prepararse para la realidad de la muerte. Es un buen comportamiento para todo musulmán conmemorar la muerte y estar preparado para la vida después de la muerte. El Profeta Mahoma (la paz sea con él) explica esta situación de tal manera: “Recuerda mucho la muerte que destruye sabores.”[13] Lo que se estimula en este contexto no es gozar de nada, sino acordarse de la fuente que ofrece estos sabores y de la devolución a Allah.
Entre las cosas que tiene derecho un musulmán sobre otro musulmán está asistir a su funeral cuando muera: “Un musulmán tiene seis derechos sobre otro musulmán. Salúdalo cuando te encuentres, acude a su invitación cuando te llame, dale un consejo cuando quiera un consejo, si dice ʹAl Hamdulilahʹ (Gracias a Allah) cuando estornuda, di ʹYerhamukallahʹ (qué Allah tenga piedad de ti), visítalo cuando esté enfermo y ve a su funeral cuando muera.”[14]
Se debe decir palabras que complazcan y hagan feliz al paciente que está por morir. Porque incluso si el hecho de la muerte del paciente no cambia, su corazón se aliviará.[15] Se debe alentar al paciente a que se arrepienta y haga testamento. Porque el Profeta Mahoma (la paz sea con él) dijo: “No le corresponde a un musulmán pasar dos noches sin hagar un testamento escrito si tiene que hacerlo”.[16]
Para quienes no creen en el Más Allá, la muerte es una situación que se evita y se ve inadecuada. Se indica en el Corán que no hay escapatoria de la muerte: “¡Dondequiera que estéis, incluso si estáis en torres fortificadas, os alcanzará la muerte!”[17]
Aquellos no creen en Allah ni en la existencia del Más Allá temen a la muerte, al igual que un hombre que está a punto de ser ejecutado teme a la mesa de ejecución. Estas personas se describen de esta manera en el Corán: “Di: Tened por seguro que la muerte, de la que huís, os encontrará y luego regresaréis al Conocedor del No-visto y de lo aparente que os hará saber lo que hayáis hecho.”[18] Este verso muestra que escapar y temer a la muerte no es razón para la salvación.
[1] Bediuzzaman Said Nursi, Mektubat, Colección de Risale-i Nur.
[2] “Al que le damos una vida larga le disminuimos en su constitución. ¿Es que no van a entender?” Ya Sin, 68.
[3] Sura de la Soberanía, verso 2.
[4] Sura del Temblor, versos 7 y 8.
[5] Sura del Viaje Nocturno, verso 71.
[6] Sura de la Familia de Imrán, verso 145.
[7] Bediuzzaman Said Nursi, Şualar, Risale-i Nur.(Şua es uno de los libros de la collección Risale-i Nur de Said Nursi)
[8] Munavi, Feyzü’l-Kadîr Şerhu’l-Câmii’s-Sağîr, V, 663.
[9] Sura del Hombre, 3.
[10] Ajlun, Keşfu’l-Hafa, I/412
[11] Sura de la Abeja, 32.
[12] Al-Tirmidhi, Kıyâmet, 26.
[13] Al-Tirmidhi, Ascetismo, 4.
[14] Imam Al-Bujari, Libâs, 36.
[15] Al-Tirmidhi, Tıbb, 35.
[16] Imam Al-Bujari, Vasâya,I.
[17] Sura de las Mujeres, verso 78.
[18] Sura del Viernes (Al-Yumu’a), verso 8.
